Friday, October 14, 2005

YORSH

Hay olor a quemado.
Otra vez olvidé el cigarrillo encendido sobre el borde de la mesa; la segunda desde que regresé de la oficina, hace menos de tres horas. Es que ando muy distraído. Camino del living al dormitorio y del dormitorio al living; pensando.
Voy y vuelvo. Me detengo para poner un disco. Cuando Elis comienza a cantar, enciendo un nuevo cigarrillo y sigo caminando, imaginando ahora que, si no existieran baldosas entre mis pies y la tierra, habría dejado un surco considerable.
Mi apartamento es muy pequeño, apenas si cuenta con un living muy reducido, un dormitorio de similares dimensiones y un bañito de porquería; por lo tanto, si bien existe un cambio de ambiente durante el recorrido, se podría decir que estoy dando vueltas en el lugar.
Suena el timbre. Levanto el auricular del portero eléctrico y atiendo de mala gana. Es mi amigo Jorge. Yorsh como suelo llamarlo. Le digo que suba y presiono los dos botones negros para abrir la puerta de calle. Cada vez que pronuncio o escucho el nombre Yorsh, mi mente dispara un epíteto que grabó cuando era niño y jamás se borró: The Animal Steele.
George The Animal Steele era uno de mis luchadores de cachacascán favoritos. Siempre grababa sus luchas de la televisión y luego pasaba las tardes enteras mirándolas. Tan asimilado tiene mi cerebro a George que basta ver a mi amigo Jorge para decir, en voz alta o para mis adentros, el nombre del luchador. Y no sólo el nombre, sino también todo lo que decía el locutor cada vez que George subía al ring: - ¡George The Animal, amigos! ¡Jorge –traducía el tipo- El Animal Steele! Tiene la lengua verde, el cuerpo cubierto de pelos. ¡Es un verdadero animal, amigos míos!
Tal vez si hubiera dedicado tanto tiempo a la música como al catch, hoy escucharía el nombre Yorsh y diría: Harrison, el Beatle. Si en cambio me hubiera atareado la política, la frase que me vendría a la mente sería: Bush, tiene todo el cuerpo cubierto de pelos, es un verdadero animal, amigos míos. No. Otra vez el inconsciente sacó el luchador a la superficie.
Llegó Jorge. Entró y dijo:
- Hay olor a quemado.
Mierda, me volví a olvidar el faso arriba de la mesa.

1 Comments:

Blogger RosaMaría said...

Qué bueno! muy ágil, breve y consiso. Saludos

3:06 PM  

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